
CASONA DE ABOLENGO
Por: Juan Alberto Sánchez García
A La Grita le quedan muy pocas casas coloniales, las que se pueden contar con los dedos de la mano, y sobran dedos. Todo ha sido arrasado por el fuerte tornado de las ambiciones y por qué no también por la propia necesidad de sus dueños. Ha venido configurándose arquitectónicamente otra Grita, la de los nuevos tiempos; casonas derrumbadas para darle paso a pequeños centros comerciales, o para cambiar de uso de acuerdo a los nuevos tiempos.
Y esta casona que le compartimos forma parte de ese pasado que se resiste a desaparecer sin dejar huella, la casona de Doña Ernestina Gandica y su esposo Eutimio Gandica, que dejaran por testamento como casa cural de la iglesia Matriz del Espíritu Santo, y así se ha cumplido; ha sido restaurada en varias oportunidades para darle el debido cuidado, y para que siga existiendo como testimonio de ese pasado gritense, de las grandes casas con corredores y patio interno llenas de aposentos.
Entrar a la casa de Doña Ernestina Gandica hoy casa cural, tan cercana al templo y a la plaza de Bolívar, es disfrutar visualmente de ese pasado testimonial de cómo eran las casas de antes, es trasladarse a ese pasado, que debe tenerse como presente y testigo para construir futuro, es aceptar que los cambios de la humanidad son indetenibles, pero que también esos cambios no pueden soslayar y atrapar el pasado para olvidarlo.
JASG