
Una tarde desde la Aldea Santo Domingo pudimos ver La Grita que jugaba al escondite con la neblina y el chubasco paramero, al final se dejó retratar quizá pensando que no quedaba de otra, o para complacer la insistencia de quien detrás del lente la vigilaba, y aquí quedó plasmado ese instante para que perdure como testimonio del pasado.
JASG.