José Angel Plata

Dispensario de piel

Juan Alberto Sánchez García

La Venezuela rural de los años 30´s y 40´s estaba curtida de enfermedades endémicas como paludismo, tuberculosis, lepra y venéreas. El analfabetismo y la falta de servicios públicos sanitarios como agua potable y cloacas estaban a la orden del día.

Por los días de 1948, llega a la población de La Fría en el estado Táchira, enviado por el Ministerio de Sanidad de Venezuela, un médico de origen Italiano llamado Zino Castelazzi.

Venía con el encargo de combatir la fiebre amarilla, la lepra y el paludismo, que tenía diezmada y azotada a la población. Fue una bendición su presencia y un gran reto profesional en esa zona de la tierra caliente, donde solo abundaban la desesperanza y los muertos a cada rato.

Dada la situación de salud tan grave y precaria que existía en el estado Táchira, se crea en los años 50´s el servicio de los dispensarios de piel en San Cristóbal, Ayacucho (Colon) y Jáuregui (La Grita) para atacar y combatir las enfermedades de piel como Lepra, Leishmaniasis y micosis, que tenía fuertes focos en varios municipios del territorio tachirense.

Pero luego en 1950 el Dr. Castelazzi, es trasladado a la población de El Cobre con el encargo de ayudar a la gente a mejorar su salud y sobre todo a combatir los altos focos de lepra que allí existían.

Creado el dispensario de piel en La Grita, fue inmediatamente traído el Dr. Zino Castelazzi como jefe del servicio, el que eficientemente lo organizó. Comenzó a desarrollar su labor científica y humanística de combatir la alta incidencia de Lepra que existía en esta comarca Jaureguina y sus alrededores, dando extraordinarios resultados su acción, junto al acompañamiento del equipo de vacunadores que fue implementado.

Castelazzi se casa en La Grita con la pregonereña Elena Morales, quien era maestra en la escuela Jáuregui. Vivieron en la carrera 5 muy cerca a la Iglesia Matriz del Espíritu Santo. Comenzando asi Zino Castelazzi su labor médica en el dispensario de piel que tuvo su primera sede en una vieja casona que colindaba con la escuela Padre Maya, en plena plaza Jáuregui por la calle 3 (Miranda). Después fue trasladada a una nueva edificación del señor Hermes Chacón(+) en la calle 3 entre carreras 3 y 4 al frente de donde funcionó por muchos años la oficina de «Los Correos de Venezuela» hasta que fue trasladado al hospital San Antonio donde siguió prestando sus loables servicios.

El Dispensario de piel llegó a tener en La Grita por la época de los años 60´s los inspectores y vacunadores: Pepe Jaimes, Ramón Jaimes, Humberto Jaimes, Patrocinio Vivas, Miguel Contreras, Francisco Pulido, Hernán Ramírez, Martín Mora, Juan Ramón Chacón, Víctor Escalante, Antonio Duque, Arcadio Reina, Porfirio Díaz, Urbano Herrera, Andrés Díaz y como secretario del dispensario a Augusto Díaz.

Todos estos hombres con una alta formación profesional y una probada vocación humanística por combatir estas epidemias y sobre todo la lepra, que provocaba el rechazo de la sociedad, condenando al leproso a morir en la más absoluta soledad, casi que en la indigencia y el abandono; por eso el tesonero trabajo de estos inspectores, que bajo la batuta del doctor Castelazzi, diariamente atendían muchos casos de lepra , Leishmaniasis y micosis, siendo las zonas más afectadas: Venegará de El Cobre, Santa Ana del Valle, Caricuena, Alto Duque, la propia Grita, Seboruco, Santa Clara, Santa Filomena, Santo Domingo; estas son las razones por las que existieron cementerios para leprosos en El Cobre en el sector El Degredo, y en La Grita en la parte alta del pueblo, allá en Alto Duque y en el sector de Llano del Cura.

Otros pacientes en estado avanzado de su enfermedad eran llevados a La Isla de Providencia en el estado Zulia. Lazareto o leprocomio decretado por El Libertador Simón Bolívar en 1928 y llamado «isla de los mártires», luego isla de los burros hasta finalmente Isla de Providencia.

Y una vez construido el nuevo hospital de La Grita y puesto en funcionamiento en 1976, como obra del Cuatricentenario de La Grita, con el epónimo del médico Griteño Carlos Roa Moreno; el viejo hospital San Antonio, es convertido años después, en núcleo universitario de La Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez que solo tenía sede en El Vigía. El dispensario de piel queda aquí en este viejo edificio y el Concejo Municipal de La Grita le acondicionó varias oficinas, inaugurando el servicio sanitario de piel con el nombre del Dr. Zino Castelazzi, para honrar su memoria y trabajo fecundo dejado en La Grita; pues en los años 70´s Castelazzi fue llamado a Caracas por el eminente médico Jacinto Convit(+) quien lo convirtió en su mano derecha en el servicio nacional de dermatología, que eficientemente dirigía.

Castelazzi, trabajó y representó a Venezuela durante quince años en La Organización Panamericana de la Salud
(OPS). La Grita de los años 80´s, se convirtió en centro piloto nacional de La Organización Mundial de la Salud (OMS) en un programa que evaluó la efectividad de la vacuna contra la lepra y Leishmaniasis, desarrollada en el país por el Dr. Jacinto Convit.

Hoy el recordado medico Zino Castelazzi, vive en Caracas con 97 años de edad, teniendo un legado y trayectoria de sanitarista, a quien La Grita y sus poblaciones vecinas, le deben mucho en el mejoramiento de la salud.

Por otra parte el dispensario de piel de La Grita fue trasladado desde el viejo hospital San Antonio, a nuevas instalaciones en el actual hospital Carlos Roa Moreno, donde sigue brindando el servicio a quienes lo necesitan. Han pasado por servicio del dispensario de piel después de Castelazzi, entre otros; los doctores Navas, Virgilio Cáceres, Rafael Molina y José Ángel Plata Duque.

José Ángel Plata (en la gráfica) llegó a La Grita en 1.973 como médico residente del hospital San Antonio y allí laboró bajo la dirección del Dr. Luis Carrero, quien para el momento era el director del hospital San Antonio; hasta que en 1.978 fue llamado a Caracas para hacer el curso de especialización en dermatología. Regresando a La Grita para encargarse del «Dispensario de Piel de La Grita», hasta hace pocos días del mes de octubre de 2016, que fue jubilado luego de 43 años ininterrumpidos en el ejercicio médico; de ellos 38 años, de silencioso trabajo en pro de la salud dermatológica principalmente de los Jaureguinos, acción que lo reconforta por haber bajado casi a cero los casos de lepra y Leishmaniasis en las zonas que atiende el servicio de La Grita y como dice el mismo doctor Plata: si hay casos pero son esporádicos y muy localizados.

El Dr. Plata es otro hijo adoptivo de La Grita, de esos que han pasado y pasan desapercibidos, a pesar de su importante labor sanitarista, habiendo dejado un legado de trabajo y bienestar a este pueblo, pues aquí comenzó el ejercicio profesional de medico con ahínco y solidaridad hacia quienes lo necesitaban, lo atrapó la cordialidad y educación del Griteño, echó raíces al casarse y procrear una familia, para quedarse definitivamente en esta comarca llamada La Grita, donde vive descansando de su trabajo y rodeado de su familia y amigos.

Este es el legado que ese grupo de médicos, vacunadores, personal administrativo y obreros, le han dejado a La Grita y sus áreas vecinas, como fiel testimonio de su labor cumplida, aunado al juramento Hipocrático, una vez graduados como médicos de La República y que dejamos aquí como testimonio.

Fuentes Consultadas:

Méndez Moreno, Ricardo. La morada de Lázaro. Cuando la lepra subió a los páramos de La Grita. La Grita Mayo 2010

Mora Pascual. La dama, el cura y el maestro en el siglo XIX. Publicación de La ULA Mérida 2004

Entrevista con el Dr. José Ángel Plata Duque

Conversación con el señor Martín Mora vacunador e inspector del servicio de piel de La Grita durante 35 años.

JASGoctubre2016

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Dinorath luna dice:

    La historia compleja, de una salud que pudo ser muy triste, pero gracias a estos insignes hombres y valientes mujeres hoy se puede contar y con otros matices. Aunado a eso somos historia por muestras proezas y superación de tantas y muchísimas dificultades fuimos tocados por los angeles, con estás personas tan bellas y entregados a su profesión y dolientes del mal ajeno, se hicieron complices,amigos de cada uno de sus pacientes, llevando en alto su juramento y su lealtad a sus principios y su ética profesional intachables. Eterna gratitud para cada uno de ellos, para los que siguen en éste plano terrenal y los que partieron. Mil bendiciones 😇🙏.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s