Marco Tulio Otro gritense de valor

Marco Tulio Pérez García

Por: Juan Alberto Sánchez García

La Grita por su cercanía a la frontera y sus características geográficas, con un clima primaveral todo el año, tierras agrícolas para cultivar casi de todo, y gente siempre dispuesta al trabajo, creó condiciones para que, de Colombia por su situación política y social, vinieran oleadas de marchantes dedicados al comercio, trabajadores agrícolas y hasta aventureros, buscando mejores condiciones de vida.

Colombia estaba saliendo de la guerra civil de Los Mil días (1899 -1902) que dejó destruida la economía del país y familias arruinadas no solo de bienes materiales, sino que perdieron familiares por esta guerra fratricida, y que, a pesar de los años transcurridos, todavía en pleno siglo XXI se sienten sus secuelas.

De Floresta pueblo del departamento de Boyacá en Colombia, se estableció con La Grita un corredor comunicacional de bienes y personas que marcaron la vida de ambos pueblos, a pesar de que distaban doscientas leguas de camino que se recorrían a lomo de mula y a pie en un tiempo largo de treinta días.

Y es así como de joven llega a La Grita Rafael Pérez, traído por Don Samuel Mogollón, hombre baquiano de estos caminos y buen comerciante, quien siendo boyacense dejó profundas y eternas huellas familiares en esta comarca gritense.

Rafael Pérez, crece en La Grita, donde a través del esfuerzo y el trabajo logra consolidar su negocio de compra y venta de víveres, en el sector de El Calvario; se casa con la bella  gritense Eugenia García, llegando al hogar sus hijos Marco Tulio, Arnaldo, José (pepe), Rosalba y Asdrúbal.

Marco Tulio, el mayor de la camada, nacido en 1930, estudia en  La Grita en la escuela Padre Maya, es monaguillo en la iglesia Matriz del Espíritu Santo, junto a su inseparable amigo Ricardo Mendez Moreno. Estudia el bachillerato en el instituto Jáuregui y luego se va a La Academia Militar de Venezuela, de donde egresa como Subteniente del Ejército, en el año 1952.

comienza a desarrollar su carrera militar ocupando diferentes posiciones de comando en diferentes guarniciones del país, llegando al grado de Teniente Coronel (comandante). Estando en Caracas aprovecha su tiempo y estudia derecho, obteniendo el título de abogado  y posteriormente  se retira de la vida militar.

Para el año 1966 se desempeñó como comandante del área académica y administrativa del liceo Militar Jauregui, habiéndose convertido en un apoyo muy importante para muchas familias jaureguinas que llevaban a sus hijos a estudiar en tan importante y prestigiosa institución venezolana.

Marco Tulio, le tendía su mano solidaria a todo quien requería su apoyo en el liceo militar Jauregui, donde dejó a su paso una huella de recuerdos entre obreros, empleados y estudiantes de esa época. A algunos le ayudaba a pagar la cuota de inscripción que eran 180 Bs equivalentes a 42 dólares de esos tiempos. Algunos gritenses que se graduaron en el liceo militar y que estaban estudiando o trabajando sobre todo en Caracas, recuerdan que Marco Tulio por el mes de agosto, les organizaba unos buenos sancochos y reuniones sociales en el casino militar, acompañados de intercambios deportivos. 

Después del tiempo, regresa a San Cristóbal donde se radica y vive junto a su familia ya con 92 años a cuestas y con las dolencias y achaques de los años, pero sin dejar de recordar en sus amenas tertulias, pasajes de la vida en su pueblo de La Grita que conoció con calles empedradas y la acequia del agua para consumo, bajando por plena calle real. 

JASG

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