Gustavo Pernía

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Valores gritenses

Gustavo Pernia

Por: Juan Alberto Sánchez García

Todos los rincones rurales de La Grita han sido y son prodigiosas canteras de excelentes y exitosos  agricultores, quienes  han vivido digna y pulcramente de esta actividad, acompañados de su grupo familiar que también le pone empeño al trabajo del campo. 

En Llano Largo, Martin Pernia y su esposa Felicia Arellano, fueron a principios del siglo  XX, un matrimonio amarrado a principios y valores cristianos, dedicados en su finca a la producción de leche, papa,  hortalizas, mantequilla criolla, cuajada, flores Calas; pero sin perder de vista la educación de los hijos a quienes educaron para la vida.

En 1936 nace Gustavo Pernia en ese hogar de Llano Largo, allí transcurren sus primeros años de vida, mudándose definitivamente la familia para La Grita, donde había Don Martin Pernia amasado una gran cantidad de terreros en el propio pueblo, la gente le decía que era dueño de media Grita. 

Gustavo Pernia estudia la primaria en la escuela Padre Maya, el bachillerato en el Liceo Militar Jauregui y emprende camino a La Universidad Central de Venezuela, a la facultad de Medicina Veterinaria en Maracay, donde comienza a estudiar para hacerse Medico Veterinario; cuando avanzaba en sus estudios le pego la ventolera de irse a España junto a un grupo de sus compañeros,  y van a parar la la escuela de medicina veterinaria  de Córdoba – España; donde al pasar el tiempo se gradúa de veterinario y retorna a Venezuela, revalidando su título de Medico Veterinario en la UCV de Maracay. 

Gustavo Pernia se viene al Táchira y especialmente a su tierra  La Grita, trae debajo del brazo el ansiado título de doctor en medicina veterinaria. Ingresa como funcionario de carrera en El Ministerio de Agricultura y Cría y es uno de los técnicos pioneros que brindan asistencia técnica a los productores de leche, que ya comenzaban a destellar en la zona norte del Táchira, (en la tierra caliente) desde La Fría hasta casi El Vigía, plan  que fue fortalecido con ese gran programa de grata recordación que marcó época y que se llamó MAC – FAO; programa que demostró, la riqueza y potencialidad de esas tierras para la producción de leche.  

Pero Gustavo, también tuvo la visión de tener su propia finca y así fue ahorrando y buscando créditos que le permitieron tener su propio fundo lechero en la panamericana y llevarlo a ser una finca medianamente próspera, la que hoy sus hijos administran y cuidan.

Gustavo reclutaba en La Grita a grupos de jóvenes que los entrenaban en La Fría para convertirlos en vacunadores en esas grandes y masivas campañas que el MAC Táchira librara contra la fiebre Aftosa;  algunos de esos vacunadores de La Grita y Seboruco  siguieron trabajando en el MAC y allí se jubilaron

Gustavo debe tener algún récord compartido con otros gritenses bajando y subiendo diariamente desde La Grita a la tierra caliente por más de cuarenta años, en el desempeño diario de sus actividades.

La jornada fue cumplida, hoy Gustavo Pernia descansa junto a su esposa y su entorno familiar de hijos, nietos y yernos, entre otros, aquí en La Grita,  donde diariamente se le puede ver en sus caminatas y conversas por la calle. 

Los años que lleva a cuestas pesan y acusan dolencias y achaques, pero Gustavo sigue teniendo una memoria prodigiosa de esa Grita que recuerda desde los años cuarenta del siglo veinte hasta esta de hoy del siglo veintiuno y esa chispa al conversar que nunca esconde sus ancestros de de ser de Llano Largo.

JASG 

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