La columna de El Calvario
Juan Alberto Sánchez García
Corría el año 1896 en el frío, bucólico y acogedor pueblo de La Grita. La presencia en esta comarca donde el ilustre sacerdote Jesús Manuel Jáuregui Moreno hacía vida, era para la comunidad augusta fortuna de contar con el preclaro y progresista gestor espiritual, quien junto a un grupo de mujeres y hombres de aquí y venidos de Colombia, le dieron luces de sabiduría y conocimiento a muchos jóvenes finalizando el siglo XIX.
El 19 de noviembre de 1871, a la temprana edad de 23 años, Jesús Manuel Jáuregui Moreno era ungido como sacerdote en la catedral de Mérida por Monseñor Juan Hilario Bosset. Ejerció su ministerio apostólico en la iglesia de Milla en Mérida, luego estuvo 10 años como presbítero en Mucuchíes de donde es transferido como vicario a La Grita en agosto de 1883, estableciéndose por 17 años en el pueblo que hizo también su patria chica.
Un día como hoy, 19 de noviembre pero de 1896, el presbítero Jáuregui Moreno estaba cumpliendo 25 años de ordenación sacerdotal, efeméride que recibe encontrándose en La Grita, en plena efervescencia de su trabajo creador.
El pueblo de La Grita había estado ideando de qué manera celebrarle este acontecimiento de las bodas de plata sacerdotal a este insigne guía y faro de luz, en agradecimiento al hombre que se erigía como un gran benefactor y conductor espiritual y cultural de Los Griteños y venidos de otras latitudes.
Llueven las felicitaciones por su onomástico, la municipalidad extiende sendos acuerdos y las fuerzas vivas de la comunidad también se hacen presentes. Para compartir este feliz acontecimiento y como gesto muy particular, hacen un acto en El Calvario, justamente a la entrada principal de esta culta comarca andina.
Luego de un tedeum en la iglesia Matriz del Espíritu Santo, en acción de gracia por el aniversario del levita Trujillano, caminan por las dos principales calles empedradas del pueblo una gran multitud, acompañando al insigne sacerdote, Jesús Manuel Jáuregui Moreno, hijo adoptivo de la ciudad del Espíritu Santo.
Al llegar a la que luego sería plaza Cáceres, le ofrendan como regalo esta columna (ver gráfica) cuyo significado va más allá que la propia estructura. Homenaje muy particular y sui géneris de la agradecida población Gritense, y que Jáuregui Moreno recibió con humildad, cariño y devoción, pues era el reconocimiento a su labor cumplida.
Columna levantada en la proa de esta barca que es La Grita y que permanentemente divisa caminos y horizontes de lucha combativa y progresista de su pueblo, impregnados de la brisa y la neblina de ese mar de valles y montañas, inspirados por el espíritu y recuerdo de su mentor Jesús Manuel Jáuregui Moreno.
La columna encarnaba el mejor simbolismo de su persona:» Así fue él, esbelto, rectilíneo, de rara consistencia granítica, de amplísima cultura clásica, sosteniendo siempre un ideal sublime: lo que es y lo que significa la Cruz de Cristo»
En el pedestal de la columna se colocó una lápida que rezaba: «Recuerdo de las bodas de plata del Pbro. Dr. J. M. Jáuregui, 19 de noviembre de 1896» según acota Lucas Guillermo Castillo Lara en su obra La Grita una ciudad que grita su silencio.
Hasta hoy sábado 19 de noviembre de 2016 han transcurrido 120 años de ese momento y gesto enaltecedor de Los Gritenses de la época, para con su presbítero y ciudadano ejemplar, y lo traemos a la memoria colectiva de quienes visitan este muro, con la intensión de mantener viva la llama de la historia local en las nuevas generaciones.
JASGnov2016
Fuentes consultadas
- Castillo L. Lucas. La huella imperecedera de Mons. Jáuregui. Tomo 1. Obras completas, edición Sesquicentenario del natalicio de Mons. Dr. Jesús Manuel Jáuregui Moreno. Editorial Futura San Cristóbal mayo 1999
- Méndez M. Ricardo. La Verdad, Atalaya Gritense. San Cristóbal octubre 2000
- Méndez M. Ricardo. La Retreta. San Cristóbal mayo 2001