Por: Juan Alberto Sánchez García
Molinos La Grita
Corría el año 1951cuando un señor que pasaba de los 40 procedente del Norte de Santander, llega a tierra tachirense buscando mejor futuro para su vida y la de sus hijos; Colombia era un país invivible con esa guerra fratricida que libraban Liberales y Conservadores. Traía una alforja de ideas concretas de lo que quería hacer en esta tierra.
Arribó a San Cristóbal, sopeso las posibilidades de llevar a la práctica sus sueños, siguió visitando pueblos y explorando ventajas y desventajas, pasa por Colon, Seboruco y llega a La Grita, la que casi de una vez se convirtió en su “tierra prometida” un pueblo con todas las características y costumbres de los pueblos de montaña de Colombia, un clima agradable, gente respetuosa, cordial, servicial y trabajadora, centros educativos de alto nivel académico, junto a una agricultura prospera y floreciente.
Ese fue Daniel Sánchez Granados, quien retornó a Herrán pueblo ubicado en el Norte de Santander, Colombia, con la buena nueva para sus hijos que aun pequeños y huérfanos, pues su madre recientemente había fallecido, esperaban la ansiosa noticia de qué había conseguido en tierras venezolanas y les dijo: lo hemos encontrado todo, arreglemos las pertenencias porque nos vamos para un pueblito que les va a gustar tanto como a mí y se llama La Grita.
Y asi, en el año 1951, sin las exigencias legales de pasaporte y visa, ni las trabas de hoy, solo con la honestidad a toda prueba, las ganas de emprender nuevas actividades económicas y unos hijos que levantar, llegaron a La Grita este emprendedor y soñador, Daniel Sánchez Granados y sus cinco hijos, justamente a la casa de la esquina de calle dos con carrera dos, donde se radicaron por siempre.
Dada la experiencia y conocimiento que traía quien se convertiría en La Grita en Don Daniel Sánchez Granados, crea una pequeña agroindustria que empieza a procesar productos agrícolas de la zona y traídos de otros lugares del estado Tachira.
Nace “Molinos La Grita” en 1951 con una línea de productos que hicieron historia y marcaron un hito en La Grita de los años 50 en adelante, pues ya no solo las quesadillas, los bizcochuelos, almojábanas, aguardiente y los centros educativos de prestigio, eran los iconos del pueblo, sino que hubo de agregársele la harina de arveja para hacer el delicioso cuchute, la harina de maíz para el recordado atol de fororo y el sagú con sus extraordinarias propiedades alimenticias y porque con él se preparan atoles y se hace el delicioso bizcochuelo, primer invitado a los bautizos, cumpleaños y hasta matrimonios de esas épocas, el chocolate en barra con su original marca “Corola” porque en estos pueblos andinos solo se conocía eran las bolitas de cacao que vendían en las tiendas y además el café “Campeón” molido y finamente empacado en papel celofán.
Molinos La Grita con Don Daniel Sánchez Granados a la cabeza, llegó a tener 15 empleados fijos y siete distribuidores con vehículos propiedad de la pequeña y pionera agroindustria gritense, que distribuían sus productos en Táchira, Mérida, Trujillo, Lara y El Sur del Lago de Maracaibo; lo que contribuyó a engrandecer aún más el gentilicio gritense, generar empleo digno y producir bienestar colectivo.
Don Daniel Sánchez, trabajó incansablemente prácticamente hasta su muerte, la que ocurre cuando ya había llegado casi a los cien años de edad, fue un baluarte al servicio del trabajo creador, generador de riqueza y bienestar. Su agroindustria cuando nadie hablaba de responsabilidad social empresarial, Don Daniel la practicaba, ayudando a organizaciones sociales y apoyando a todo el que podía y que se lo merecía, porque jamás premió la vagancia ni la holgazanería.
Era ya una norma establecida por Don Daniel, que cuando moría alguien en el pueblo o en aldeas cercanas, sin miramiento alguno de quien fuera, hacía llegar un presente de sus productos, para apoyar a los deudos en el velatorio y novenarios.
La pequeña agroindustria reconocida por sus productos en diferentes partes del país, siguió su marcha una vez muerto Don Daniel, pero en manos de Amira Sánchez, una de sus hijas, quien siempre lo acompañó y estuvo a su lado en este emprendimiento, hasta que también la muerte la sorprende y Molinos La Grita cerró quizá para siempre.
Hoy sigue viviendo en la casona de Molinos La Grita uno de sus mayores hijos, Adonaí Sánchez Lago, quien cuida como un tesoro la maquinaria y equipos, soñando en que puedan volver a levantar cuan ave fénix y resurgir esta legendaria agroindustria, que dejó huella indeleble en generaciones de gritenses.
Esta hermosa idea hecha realidad en el valle de Los Humogria, por Don Daniel Sánchez Granados, nos queda como recuerdo y legado de un hombre y una familia que aquí encontró cobijo y materializó su sueño: “Molinos La Grita”
Fuentes consultadas
- Conversación con el Dr. Ricardo Méndez Moreno
- Entrevista a Adonaí Sánchez Lago
©JASGenero2018
Hola JA. Muy bueno. Las remembranzas de La Grita. Detalles no muy conocidos de esas historias de la gente buena y trabajadora. La Grita que se da a querer por todos los que llegan Y se amañan, como decia mamá. Saludos y que continúe escribiendo la sabiduría de los pueblos.
De las imágenes muy bellas.
Increíbles estás historias.. tantos años sin saber y estando tan cerca!! Excelente iniciativa este blog