Gente de La Grita
El Comunicador
Don Adán García
Por: Juan Alberto Sánchez García
El Calvariero, Prospero Adán García, nace en 1905 en una de las primeras casas que tuvo el sector de El Calvario. Su padre y su tío fueron dueños de la manzana entera, entre carrera dos y tres con el fondo de la calle uno. Esa casona la hereda de sus padres y allí vivió toda la vida don Adán García, en el hogar que formó con su esposa, María Transito Guerrero, y sus doce hijos.
De adolescente se dedicó a ayudar en las tareas diarias de la casa tan grande y visitada por familiares y amigos de sus padres; aquí venía mucha gente del campo el fin de semana, pero ahí también vivía una tía que era modista y tenía fama de hacer ropa muy bonita, sobre todo para dama, ella vestía a parte de la mujer Gritense del campo y el pueblo.
Adán, siempre veía a su tía en plena faena y sin descanso desde la temprana mañana hasta entradas las horas de la noche, cortando y cosiendo prendas de vestir, un buen día le propuso que le enseñara el arte y oficio de la sastrería y ella lo aceptó. Empezando a trabajar como ayudante al lado de su tía, aprendiendo poco a poco a confeccionar ropa para caballero.
Al morir su tía en 1928, Adán se queda desguarnecido, pero tuvo la iniciativa de irse donde Teodosio Ramírez, el famoso sastre que para el momento tenía La Grita de comienzos de siglo XX, quien lo enseña y ayuda a perfeccionar las técnicas, secretos y el arte de la confección de ropa.
Y una vez ya aprendido por ese maestro que era Teodosio Ramírez, instala en su casa la sastrería a la que le dio el nombre de “La Elegancia” donde concurría gente del pueblo para que les hiciera la ropa y hasta a la policía le fabricaba los uniformes que incluía el quepis.
“La Elegancia” le contaba Don Adán a sus hijos, vestía a gente del pueblo y personalidades como el doctor Rafael Vicente Mora, Genaro Méndez Moreno, entre otros; pero también venia gente del campo para que les confeccionara la ropa. Había permanentemente mucho trabajo y vivía decorosamente con esa actividad. Curiosamente una de las técnicas que utilizaba era humedecer la tela para que al construir la prenda, no encogiera con la primera lavada.
Pero los tiempos fueron cambiando, se vivía la dictadura de Marcos Evangelista Pérez Jimenez y se intensificó el intercambio comercial entre Colombia y Venezuela. La gente de La Grita empezó masivamente a irse a Cúcuta a comprar su ropa ya hecha, de muy buena calidad y además se integraban a la moda del momento, colores y tipos de tela, accesorios y diseños.
Esto hizo que Don Adán con una familia numerosa que mantener y educar buscara otros destinos. Una mañana muy temprano esperó que saliera de la casa del frente la vecina y amiga, Isabel Román de Saavedra, quien trabajaba en la oficina de los telégrafos y teléfonos; le planteó la situación de decaimiento económico de su sastrería “La Elegancia” y ella muy diligente y gentil le ofreció trabajo como aseador de la oficina, previa consulta y aprobación de su hermano Don Román Fuentes, jefe de la oficina y operario del telégrafo.
Ingresa a trabajar en la oficina del telégrafo y teléfonos de La Grita en 1957, fue mirando y estudiando todo el movimiento de lo que ahí hacía cada uno de los empleados, como tenía escasos conocimientos pues no había terminado la educación primaria, ingresó a la escuela nocturna y sacó su sexto grado, que lo ayudó mucho más en lo que andaba buscando para su futuro y el de su familia.
No le gustaba y le parecía muy difícil el trabajo del telegrafista, al que consideraba que era para sabios, pues no entendía ni una papa de lo que escuchaba de la llamada clave de Morse, pero lo que si le parecía fácil y comprensible era el trabajo de los teléfonos, porque observaba que era solo esperar que la luz roja del tablero prendiera y colocaba una clavija para comunicar a las personas.
La oficina de los telégrafos y teléfonos en La Grita funcionaba por la calle tres un poco mas abajo del cuartel y del terminal de expresos Primavera, por la otra acera. Decide el gobierno nacional separar las telecomunicaciones y nace “Teléfonos de Venezuela Compañía Anónima” a donde se va Don Adán García como operario de oficina y de aquí fue pasada la oficina de Los Teléfonos de Venezuela a la calle dos al frente de la plaza Bolívar, en una casa de altillos, donde hoy está una venta de repuestos, aledaña a la casa de Los Omaña. Trabajó Don Adán como oficinista, junto a Isabel Román, Olga Ramírez Benedetti, Francisco Galaviz, Ana Isturiz, Carmen Corredor y Teresa Santander; entre otras personas.
En los años 80´s se privatiza La Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela – CANTV – y es trasladada la oficina de atención al público a la calle dos al frente de la plaza Jáuregui, moderna oficina que cuenta con una central telefónica por microondas y los adelantos tecnológicos de las comunicaciones del momento.
A Don Adán García, lo recuerdan unas cuantas generaciones de Gritenses, era un hombre bajito, ojos claros piel morena, conversador, con una voz un tanto gangosa, amable y muy educado; fue un verdadero y autentico servidor público. Comentan quienes lo conocieron que tenía inventariado a todo el pueblo a través de la telefónica, pero poseía una discrecionalidad y ética absoluta a toda prueba.
Cuando alguien llamaba a la central telefónica estando de guardia don Adán de guardia y le pedía le comunicara con tal o cual persona, y por casualidad estaba ocupado el numero solicitado, Don Adán le decía mire está ocupado, pero hable un ratico con fulano de tal que ese si está desocupado y acto seguido le ponía la clavija para que hablara con quien no había solicitado comunicarse, mientras se desocupaba la persona solicitada. Don Adán discretamente era un temporizador de llamadas, cuando alguien tardaba más de la cuenta hablando, lo cortaba y le pasaba llamada a otra persona que estaba esperando se desocupara la cabina, sin dar explicaciones ni demostrar que él lo había hecho adrede.
Cuando ya estaba viejo y cansado de tanto trabajar y le tocaba el turno de la noche, se llevaba a dos de sus hijos varones que ya eran volantones y los ponía a trabajar y cumplir la jornada nocturna, lo que hacían perfectamente a la sombra de su papá, quien les daba las instrucciones y explicaciones del caso.
En 1975 sale jubilado, luego de haberle cumplido al pueblo como insigne trabajar y haber levantado una familia de 12 hijos a los que llevó hasta la universidad, dejando este mundo en 1978. Con Don Adán García se fue toda una leyenda en el arte de vestir y comunicar a la gente de su pueblo, al que quiso con apego y amor propio.
Fuentes Consultadas
- Testimonios Orales de dos de sus hijos: Omar y Adán Emiro García Guerrero. La Grita 2019
- Testimonio Oral. Doctor Ricardo Méndez Moreno. San Cristobal 2019
JASGfebrero2019